Tanto si vives en Barcelona como si estás planeando una escapada sabes que es imposible no caer en su embrujo.
El amor existe y aplicado a las ciudades y obras de arte se llama Síndrome de Stendhal—taquicardias, sofocos o alteraciones del ritmo cardíaco que se producen cuando contemplas algo extremadamente hermoso. Barcelona, con su magia y encanto especiales, se ha convertido en el objeto de deseo de millones de personas. No hay más que pasear por el centro para comprobarlo. No podemos dar una explicación científica de por qué es imposible no caer en las redes de esta ciudad, pero sí argumentos aproximados. Estos son…
1. Barcelona tiene poder
Es una Gitana Hechicera con miles de años a sus espaldas de personalidad fuerte y espíritu inconformista. Una ciudad preciosa y de colores que aprovecha las grandes ocasiones para exhibir su vigor. Ocurrió con la Exposición Universal de 1888, la Internacional de 1929 y los Juegos Olímpicos de 1992.
2. Calles llenas de historia
Barcelona es una ciudad celosa de su pasado, por eso intenta conservarlo lo mejor posible. Un paseo por el Raval, el Barrio Gótico o La Rambla bastan para admirar las huellas de una vida llena de aventuras, revoluciones, hitos y arte.
3. Modernismo catalán
Porque en ninguna otra ciudad europea encontrarás edificios como la Casa Batlló, la Amatller, el Hospital de Sant Pau o la Cripta Gaudí de la Colonia Güell. Por cierto, durante el verano puedes visitar estos monumentos a mitad de precio.
4. Una máquina del tiempo
La primera mitad del siglo XX fue una época dorada para la capital catalana a nivel artístico, cultural y económico. Era un pequeño París con vistas al Mediterráneo. Existen lugares que evocan esos bellos años; en los que puedes sentirte como el protagonista de Medianoche en París cuando se encuentra con Dalí. Estos son el parque de atracciones del Tibidabo (uno de los más antiguos del mundo), tabernas como Els Quatre Gats o El Marsella o el Hotel Oriente.
5. Gastronomía catalana
Pa amb tomàquet, calçots con salsa romesco, escalivada, cava… No es baladí que grandes chefs como los hermanos Roca o Jordi Cruz sean catalanes. Esta pasión por la comida bien hecha también se manifiesta en Barcelona. En definitiva, es una ciudad en la que es muy difícil comer mal.
6. El clima
Salvo excepciones, a lo largo del año las temperaturas no son extremas. Eso se traduce en largos paseos, terraceo y poder practicar deporte al aire libre. Con razón hay tantas bicicletas y motos.
7. Playas paradisíacas
La Barceloneta es la playa más conocida pero no por ello la más bonita. A menos de una hora del centro tienes la cala de l’home mort o la playa de Sant Sebastiá en Sitges, toda la costa de los pueblos del Maresme, las playas de Sant Andreu de Llavaneres o Garraf.
8. Y montaña
También al lado del centro, incluso puedes ir andando (Montjuïc). Si te gusta el deporte, te recomendamos que hagas la Ronda Verda en bicicleta. Esta recorre todos los sistemas naturales de la comarca del Barcelonés, pasando por Collserola, el Besós, el Maresme o el Frente Marítimo. Por no hablar de los increíbles paisajes de Cardona y Montserrat
9. El tarannà de Barcelona
Tarannà es una expresión en catalán que hace referencia a la manera de ser de alguien. El carácter de la capital catalana es especial, ya que es una ciudad abierta a todo el mundo y con una cultura popular muy especial. En ninguna otra parte verás correfocs, castellers improvisados o niños cantándole al Tió de Nadal para que les cague regalos. Además, dicen que si te haces amigo de alguien de Barcelona, la relación durará para siempre.
10. Mucho amor al arte
En Barcelona el arte está donde menos te lo esperas. En los graffitis del Raval, las estatuas humanas y lo/as retratistas de La Rambla, artistas de Gràcia o la ópera callejera del Barrio Gótico. Es una ciudad que sabe sorprender, por lo que es imposible que te aburras de ella. Siempre habrá algún sitio nuevo que descubrir y eso es, en definitiva, lo que te engancha a su poder.
Imagen destacada: @joew.shots