El tópico del catalán tacaño se ha perpetrado en frases como que ‘Barcelona es bona si la bossa sona’ o que ‘la pela es la pela’.

Ya seas de Cataluña o de fuera, seguro que has tenido que comerte alguna frase del tipo “Barcelona es bona si la bossa sona” o que “la pela es la pela”. Si no sabes dónde están los planes gratuitos o los restaurantes buenos, bonitos y económicos la ciudad puede resultar cara. En eso estamos de acuerdo, como en la envidia que nos dan los bares del sur que invitan a las tapas. Pero de ahí a perpetrar el tópico de comunidad avara hay un paso. Dicen que una mentira mil veces repetida se convierte en una verdad y esta, en concreto, se remonta a la Edad Media.

Una de las épocas doradas de la historia de Cataluña se produjo entre el siglo XII al XV bajo el gobierno de la Corona de Aragón. En Cataluña existía una fuerte burguesía mercantil, que aprovechó la unión entre el Reino de Aragón y el Condado de Barcelona para expandirse por el Mediterráneo. Las ciudades italianas tenían cierta envidia de este crecimiento económico y su influencia sobre el Reino de Nápoles. Denunciaban los privilegios que la Corona de Aragón daba a los comerciantes catalanes en Sicilia. Por ese motivo,  empezaron a extender el tópico de que eran un pueblo ávido y tacaño. Incluso el mismo papa Bonifacio VIII alentó a los habitantes de Palermo a que se “levantaran contra los bárbaros”. De hecho, una frase de la Divina Comedia de Dante, (publicada en 1321) dice: «Si mi hermano pudiera prever esto/ evitaría la pobreza avara de los catalanes, para no recibir ningún daño».

Restos de la muralla medieval en El Raval.
«Pueblo ávido y tacaño»

El ejemplo italiano sirve para ilustrar una realidad que se repetirá a lo largo de los siglos: cada vez que Cataluña vive una época de esplendor económico, el tópico se refuerza. Este volvió a adquirir fuerza entre los siglos XVIII y XIX, época de muchos intercambios comerciales.  Como consecuencia, tenían una mayor liquidez que el resto de paisanos y  aquello les llevó a convertirse en prestamistas, actividad que no siempre ha gozado de buena fama.

No obstante, esa situación de abundancia también tiene su explicación: el catastro borbónico. Como explica la revista Jot Down, el catastro era un impuesto directo aplicado a los territorios que perdieron la Guerra de Sucesión. Entre ellos, Cataluña. Lo esperable sería que este gravamen fuera perjudicial. Sin embargo, estaba mal planteado.  Los contribuyentes aprovecharon algunos vacíos para no pagar el 84% del impuesto y ahorrar.

catalán tacaño
‘Barcelona es bona si la bossa sona’, una de las expresiones más populares.
Más allá del (inmerecido) tópico

Otra hipótesis apunta a que, dado que las tierras más pobres pagaban menos que las ricas, los bolsillos adinerados las compraba para labrarlas y pagar sobre las mismas. También invirtieron en las innovaciones tecnológicas que venían de Europa para ampliar su margen de beneficios. Claro que muchos de esos territorios venían de herencia familiar o eran propiedad de la Iglesia, lo que deja esta explicación en eso, una teoría.

Ninguna de estas explicaciones está históricamente probada, lo que genera preguntas como por qué Barcelona se convirtió en el foco de la Revolución Industrial  mientras que otros pueblos del territorio ni sabían lo que era una máquina de vapor.  La cuestión es que los catalanes hacen cosas y que de ellas han salido las grandes fortunas, el modernismo y, tristemente, el tópico.

exposición universal de 1888
Panfleto de la Exposición Universal de Barcelona de 1888. Barcelona aprovechó el evento mundial para dar cuenta de su poder económico.