Es un volcán iluminado por soberbios resplandores de música española
La Capitana
Carmen Amaya (1918-1963) es la bailaora más universal que
Barcelona ha dado al mundo. Su pasión por el baile flamenco y la
obsesión casi marcial con la que ejecutaba sus creaciones le valió el
sobrenombre de La Capitana. Paseó su arte por los escenarios más
prestigiosos y despertó la admiración de personajes tan destacados
como Charles Chaplin, quien la calificó de “volcán alumbrado”,
Orson Welles (“la más artista de las bailarinas y la más genial de las
artistas”) o Fred Astaire (“mucho que ver, mucho que admirar”).
El baile en las venas
Su obsesión por el baile le venía de familia. Nacida en el antiguo
barrio de chabolas del Somorrostro, hija de gitanos, sorprendió
desde pequeña con las actuaciones que efectuaba en los locales de
la parte baja de La Rambla: El Chiringuito de Porta de la Pau, el
Bar el Manquet o el Villa Rosa. Una calle que no solamente la vio
nacer artísticamente, sino que también fue testigo de su boda. Se
casó con el guitarrista Juan Antonio Agüero en la iglesia de Santa
Mónica un 29 de octubre de 1951 a las seis de la mañana. La
compañía actuaba en Barcelona y se hospedaban en el cercano
Hotel Oriente.
Amor gitano
Uno de los momentos cumbre de la carrera de Carmen Amaya fue
su participación en la película Los Tarantos (1963) del director
Francesc Rovira Veleta. Una historia basada en la obra de teatro
homónima del escritor Alfredo Mañas. Una especie de Romeo y
Julieta gitano. La Capitana compartió rodaje con el bailaor
Antonio Gades. Muchas de las escenas se rodaron en La Rambla,
no sin cierta sorpresa, tal y como recordaba el director: “Fue
curioso ver las caras de los últimos noctámbulos de las Ramblas al
ver a Gades bailar encima de las mesas”.