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La Rambla más canalla
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Nos encontrábamos siempre en el Café de la Ópera, era un lugar único
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La Rambla canallaEl artista José Pérez Ocaña (1947-1983) hizo de La Rambla su hábitat natural. Llegó a Barcelona en 1973 procedente de la localidad sevillana de Cantillana. Combinaba la pasión por el teatro, sobre todo el de Federico García Lorca, con la pintura. Sus paseos junto a Nazario, el máximo exponente del cómic underground en la ciudad, se convertirían en auténticas procesiones laicas de lo más transgresor. Travestismo, performance y arte se dieron la mano durante aquellos años. Una época que recuperó La Rambla más canalla de principios del siglo XX.
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La folklórica de BarcelonaEl Cafè de la Ópera fue uno de los epicentros de este movimiento cultural barcelonés de los años 70. Fundado por Antoni Dòria en 1929, donde antiguamente se encontraba la chocolatería La Mallorquina, rápidamente pasó a ser punto de encuentro de intelectuales; sobre todo, gracias a su privilegiada ubicación. Uno de los agitadores culturales de aquella época, Joan Estrada, recuerda la importancia del café como estímulo para el surgimiento de otros: “Ocaña me habló de un local cercano en el que Bigas Luna acababa de presentar su primer película, Tatuaje. […] Y así se pudo abrir La Cúpula [Venus, en el última piso del Teatro Principal], sin permisos, sin seguridad, ni nada”.
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Se fue vestida de SolLa vida tan poco convencional de Ocaña se desarrollaba entre La Rambla y la Plaza Real, donde vivió muchos años. Todo ello quedó inmortalizado gracias al cineasta catalán Ventura Pons. Su primera película documental, titulada Ocaña. Retrato intermitente (1978), no es solo un homenaje a este singular artista sino también a toda una época. Ocaña falleció en 1983 como consecuencia de las quemaduras producidas por una bengala durante la celebración de las fiestas de su pueblo. El pintor “volvería” a su querida Rambla gracias a la retrospectiva que le dedicó el Palau de la Virreina en 2010.


