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Un discreto paseo por La Rambla
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Visitó el tiro de gallinas y subió después al castillo de Montjuich
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Visita de incógnitoIsabel de Baviera (1837-1898) pasó por Barcelona entre los dÃas 5 y 9 de febrero de 1893. Lo hizo de incógnito tras llegar al puerto en el buque de guerra Miramar, curiosamente el mismo nombre del restaurante situado en la montaña de Montjuïc donde la obsequiaron con un ramo de violetas. Un mes antes habÃa pasado por AndalucÃa en un recorrido que la llevó de Málaga a la Alhambra de Granada, en cuyo libro de visitas aparece registrada. Un año más tarde llegarÃa a Elche (Alicante), parada imprevista tras el temporal que azotó el Mediterráneo durante la travesÃa en su yate Greiff entre Mallorca y Marsella.
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Buscando a ShakespeareLos dÃas que pasó en Barcelona resultaron muy agradables para la emperatriz austrÃaca. Se paseó en coche de caballos por el Parque de la Ciutadella y a pie por las plazas Reial y de Sant Jaume. No pudo escapar al encanto de La Rambla. Debido a la cantidad de transeúntes, optó por el lateral del paseo. En concreto, el reducido tramo de acera que bordea la iglesia de Betlem. De ahà se trasladó a la calle de Ferran, donde visitó la librerÃa La Universitaria de Salvador Duran i Bori, situada en el número 33. Preguntó por obras de Shakespeare en lengua inglesa y francesa.
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Morfina y cocaÃnaLa imagen edulcorada con la que se asocia a la princesa de Baviera es producto de las pelÃculas protagonizadas por la actriz Romy Schneider y dirigidas por el director vienés Ernst Marischka. Se rodaron a finales de la década de los cincuenta del siglo XX. Una imagen que contrasta con la realidad. No en vano solÃa viajar durante los últimos años de su vida con un botiquÃn equipado con un frasco de morfina y una jeringuilla con la que inyectarse cocaÃna. Quizás una premonición de su trágico final: asesinada por un anarquista junto al lago Lemán de Ginebra (Suiza).


