Esta noche mi hija pequeña y más querida, Rosita la soltera, ha querido trabajar para las simpáticas floristas de la Rambla"
Ramblista enamorado
El poeta Federico García Lorca (1898-1936) se enamoró de
Barcelona. Y de la Rambla. Su relación con el pintor Salvador Dalí
fue la excusa para visitar Cataluña en 1925. La vida cultural de una ciudad que miraba a París provocó en el granadino un interés que compartió con la actriz Margarita Xirgu o el escritor Josep Mª de Sagarra. Estrenó obras de teatro en el Goya y en el Principal, situado en la parte baja de la Rambla. También expuso sus dibujos en las cercanas Galerías Dalmau. Y, sobre todo, vivió la noche barcelonesa en muy buena compañía.
Encontrando inspiración
El paseo barcelonés fue el punto de encuentro de tres grandes
artistas: García Lorca, el cantante de copla Miguel de Molina y el
letrista Rafael de León. El poeta estrenaba Yerma en el Principal y, tras una de las funciones, se reunió con ellos en la cercana Granja Oriente, situada en los bajos del hotel del mismo nombre. Entre risas y miradas cómplices destinadas a los marineros que paseaban por la acera, crearon la famosa copla titulada Ojos Verdes.
Un poeta querido
La generosidad de Lorca hizo granjearse la estima de los
barceloneses. Llevó a cabo lecturas de poesía en la Universidad o
en la Rambla de Cataluña, tras las cuales afirmaba: “Me emocioné
hasta el punto que me costó mucho trabajo empezar a hablar, pues
tenía un nudo en la garganta”. Como dramaturgo, estrenó Doña
Rosita la soltera, Yerma o Mariana Pineda. Don Perlimplín, en
cambio, no la llevó a escena. Se excusó porque su protagonista era
el Gran Cornudo. Reconoció que los actores se negaban a
representarlo debido a los prejuicios que aún existían.