El público aplaudía y aplaudía y parecía abandonar la sala con pena
Una calurosa acogida
La única actuación de María Callas (1923-1977) en Barcelona tuvo
lugar el 5 de mayo de 1959 en el Gran Teatre del Liceu. La prensa
de la época destacó la acogida “cordial y calurosa” que le
dispensaría el público en el auditorio de la Rambla. Interpretó arias
de Verdi, Rossini y Puccini, entre otras. No fue una noche fácil
para la diva, sobre todo si tenemos en cuenta que la afición
barcelonesa se deleitaba con la voz de Renata Tebaldi, su rival en
los escenarios.
Escoltada y polémica
La vida social de esta cantante neoyorquina de origen griego fue de
lo más movida. En todo momento estuvo acompañada de su
marido, de su inseparable caniche y de la temida periodista
norteamericana Elsa Maxwell. El esfuerzo económico del teatro
operístico para cerrar el contrato, con el empresario Joan Antoni
Pàmies al frente, supuso tener que abonar 6.500 dólares. De ahí
que algún crítico escribiese que lo más destacado de la actuación
fuera su cachet y no su voz.
Su mejor consejera
María Callas salió a saludar acompañada de quien fue su profesora
de canto: Elvira de Hidalgo. La aragonesa, que estudió en el
Conservatorio del Liceo, llegó a ser una docente muy solicitada en
Turquía, Italia y Grecia. Lo que mucha gente desconoce es que la
Callas volvió a Barcelona en 1974. Eso sí, esta vez lo hizo de
incógnito. El motivo fue la grabación de un disco de su amigo
Giuseppe di Stefano con la soprano catalana Montserrat Caballé.
Se hospedó en el Hotel Manila de la Rambla (actual Le Méridien),
justo un mes antes de que lo hiciera el guitarrista Frank Zappa.