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Un banquete para Picasso
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El señor Iturrino levantó la copa por Picasso, el único pintor a quien admira y a quien envidia
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Picasso y BarcelonaBarcelona es clave para entender la evolución pictórica de Pablo Picasso (1881-1973). Llegó a la ciudad con trece años, en 1895. Lo hizo junto a su familia, tras haber conseguido el padre una plaza de profesor de dibujo en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona (conocida popularmente como La Llotja). La implicación personal de Picasso para que la ciudad contase con el primer museo dedicado al artista es un claro ejemplo de esta fructífera relación.
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Las señoritas de Avinyó
Al artista malagueño le gustaba mucho pasear por la Barcelona vieja. De día y de noche. Una de las calles que más le sorprendieron fue la Rambla y sus aledaños. Las visitas al cabaret Edén Concert o a los prostíbulos de la calle Avinyó son sólo dos ejemplos. Ya como artista consagrado, volvería con motivo del estreno del ballet Parade en el Gran Teatro del Liceu en 1917. Llegaría acompañado de su futura esposa: la bailarina rusa Olga Koklova. Diseñó los decorados de esta compañía propiedad del empresario Serguéi Diáguilev. -
Picasso y MiróCon motivo de la visita de Picasso a Barcelona en 1917, sus amigos barceloneses organizaron un banquete en uno de los restaurantes más prestigiosos de la Rambla: el desaparecido Lyon d’Or (junto al teatro Principal). Allí se reencontró con el pintor vasco Francisco Iturrino. Ambos habían expuesto juntos en París en 1901. Joan Miró no asistió al banquete, aunque visitaría al malagueño en la capital francesa en 1919. Le llevó una ensaimada. Era un encargo de la madre de Picasso, quien mantenía una estrecha amistad con la madre de Miró.


