Hay muchísimas obras de arte en Barcelona pero no todas están a simple vista. Es el caso del antifaz de Brossa que se encuentra en La Rambla.

Existe un tipo de arte en Barcelona que, si no prestas atención, se te puede pasar por alto. Es tan fácil quedarse prendado de los puestos de La Boqueria, la elegancia del Liceu o las floristerías que pasa desapercibido. Barcelona es esa ciudad en la que si quieres encontrar verdaderas joyas, tienes que buscarlas. Ocurre con los dragones que se esconden en los monumentos, las obras desconocidas de Gaudí y el antifaz de Brossa.

En La Rambla dels Estudis o ‘de los pájaros’, a la altura de la calle Portaferrissa, encontrarás este antifaz dorado. Una inscripción indica que va dedicado a La Rambla y una fecha: 1991. La obra es arte de Joan Brossa (1919-1998), uno de los poetas en lengua catalana más importantes de nuestro tiempo. El artista tenía una relación especial con el teatro. Tanto que, cuando las estatuas vivientes de La Rambla ganaron el premio FAD Sebastià Gasch a las artes parateatrales en 1991, les dedicó una de sus obras. Exacto, el antifaz del que hablamos.

El antifaz de Brossa no es el único rastro que el literato dejó en Ciutat Vella. En la plaza de la Catedral de Barcelona, unas letras de bronce forman la palabra Barcino. Es decir, el término por el que los romanos conocían la ciudad de Barcelona. Cada una de ellas tiene una forma especial, especialmente la ‘B’ por ser la inicial de su apellido. Por otro lado, en el Passeig de Sant Joan, unas Letras Gimnásticas decoran el escaparate de la mítica tienda de magia El Ingenio.

El arte en La Rambla se manifiesta de mil y un formas, no solo visuales. Federico García Lorca o Josep Pla le han dedicado hermosas palabras, Joan Miró embelleció el suelo con un Mosaico que se ha convertido en todo un símbolo y los artistas dan personalidad propia al paseo. El antifaz de Brossa es solo un ejemplo de que, como decía Antoine de Saint-Exupéry en El Principito, «lo esencial es invisible a los ojos».