El 11 de febrero los cazadores de reliquias tienen una cita con el Flea Market en la Plaça Blanquerna.

El frío ya ha llegado a las calles de Barcelona. Con él, los calefactores a toda pastilla, los calcetines de borreguillo  y la necesidad de vestirse cual John Snow en Invernalia . Tienes dos opciones: o saltar de tienda en tienda  para comprar un jersey que va a tener todo el mundo o pasarte el 11 de febrero por el Flea Market. Es decir, uno de los mercats itinerantes más consolidados de Barcelona.

Vivimos en una sociedad de compras compulsivas. Nos cansamos deprisa y lo nuevo se impone a la sensatez. Reconócelo, aún guardas en el armario prendas que no has estrenado . Los organizadores del Flea Market se dieron cuenta en 2007 de esta vorágine consumista. Por eso, montaron un mercado para dar salida a esa ropa que nunca se estrenó. Dicho de otra manera, que está en unas condiciones aceptables y merece una segunda vida.

El mercado de las pulgas de Barcelona

El Flea Market se inspirado en el Mercado de las Pulgas de París o sus homólogos londineneses (flea, de hecho, significa pulga). Todos los meses despliega su encanto en la Plaça Blanquerna, detrás del Museu Marítim de Barcelona. Con el tiempo, se ha convertido en un referente de los mercados dedicados al reciclaje y segunda mano en Barcelona. Cada tenderete es un tesoro. En ellos puedes encontrar  desde Barbies de los años ochenta hasta Polaroids que parecen de juguete. Lo que más hay es ropa, ¡montañas de ropa! de todas las épocas y estilos. Es como abrir el armario de tus padres cuando eran jóvenes y probarte la cazadora de cuando se conocieron. Además, no es como esas tiendas vintage en la que cuesta un ojo de la cara, sino que los precios están tirados.

El trato además es muy cercano porque por 20€-40€ puedes poner un puesto, así que perfectamente puedes encontrarte al vecino de enfrente deshaciéndose de sus zapatos viejos. Merece la pena pasarse no sólo porque si escarbas, encuentras; sino también porque se respira un ambiente de shopping especial, nada que ver con un mercadillo al uso. Hay que vivirlo.