Para rodar la película «El viaje de los malditos» escogieron Barcelona como escenario para representar los puertos de Hamburgo y la Habana, así como la ciudad de la Habana.

En mayo de 1939 salió del puerto de Hamburgo el St. Louis, con 937 pasajeros, la mayoría judíos que abandonaban Alemania con destino a Cuba. Así pues, en el 2019 se cumplen 80 años de la travesía de ida y vuelta del barco St. Louis, cargado de refugiados judíos que ningún país quiso aceptar y que, finalmente, muchos de ellos acabaron en campos de concentración del régimen nazi.

Este barco, conocido también como el Hamburg America Line, realizaba regularmente rutas transatlánticas entre Alemania y Estados Unidos, y cruceros de placer. Esta travesía especial, con judíos alemanes y de otros países de la Europa Oriental, formaba parte de una operación de propaganda del Tercer Reich para trasladar a la opinión pública que Alemania permitía salir libremente del país a los judíos.

Cuando el barco llegó a La Habana el 27 de mayo, el Gobierno cubano se negó a entregar las tarjetas de desembarco concedidas previamente por la embajada de Berlín. Además, revocaron los visados que se habían prometido para los refugiados, y que estos ya habían pagado previamente. Ante la impotencia y desespero de los pasajeros y de algunos de sus familiares que ya residían en Cuba, el capitán Gustav Schroeder decidió acercarse a la costa de Florida y solicitar permiso para desembarcar en tierra norteamericana. La nula respuesta del Gobierno del presidente Roosevelt, así como los continuos motines, suicidios y la falta de comida y otros recursos, obligó a tomar la decisión de regresar a Europa, donde se produjo el trágico desenlace para la mayoría de los que habían iniciado un viaje con la fundada esperanza de empezar una nueva vida lejos del horror nazi.

«El viaje de los malditos», de Stuart Rosenberg

En 1976 se estrenó la película Voyage of the Damned (El viaje de los malditos), basada en la novela homónima de Gordon Thomas y Max Morgan, que cuenta la dramática historia, desgraciadamente demasiado desconocida, incluso hoy en día.

La película de producción británica fue dirigida por el norteamericano Stuart Rosenberg, reconocido anteriormente por la exitosa Cool Hand Luke (La leyenda del indomable, 1967). Pero sin duda, uno de los mayores logros del filme es el amplio abanico de destacadas actrices y actores que participaron. La película incluye a cinco ganadores de un Oscar: Faye Dunaway, Lee Grant, Wendy Hiller, José Ferrer y Orson Welles; siete nominados al Oscar como Oskar Werner, Max von Sydow (excelente en el papel del capitán Schroeder), Katharine Ross, James Masson, Denholm Elliott, Julie Harris y Janet Suzman, y otros grandes actores como Jonathan Pryce, Malcom McDowell, Ben Gazzara y el español Fernando Rey.

El rodaje de la película se realizó en los Estudios Elstree, situados al norte de Londres, y curiosamente en Barcelona, la cual se convirtió en la ficción en el puerto de Hamburgo y en la ciudad de La Habana. De los diversos lugares utilizados de la ciudad para ambientar ambas ciudades, aquí nos centraremos en dos espacios muy relacionados con La Rambla, como son el actual Port Vell y la plaza Reial.

El rodaje en el Port Vell y la plaza Reial de Barcelona

Precisamente, los actuales muelles situados en el tramo final del paseo Joan de Borbó, con sus características construcciones de una o dos plantas de color rojizo, fueron utilizados para representar el puerto de Hamburgo. En diversas secuencias, al inicio del filme, podemos ver una de estas construcciones como si se tratase del edificio principal de la compañía Hamburg America Line, y si se fijan con atención, en la entrada al recinto, encima del nombre formado en hierro están las siglas HAPAG, acrónimo de la compañía en alemán.   

El Port Vell, en la zona del actual moll de la Fusta, fue el lugar escogido para ambientar el puerto de La Habana. Incluso, en el mismo muelle, crearon diversas construcciones para que el entorno fuese más creíble.

El barco utilizado para el rodaje fue el Irpinia, de la compañía italiana Grimaldi Siosa, que estaba a punto de ser retirado de la circulación, cuando fue alquilado por los productores del filme. Curiosamente, al finalizar el rodaje, fue utilizado de nuevo como crucero en el Mediterráneo. En diversos momentos de la película vemos la cubierta del barco y, cuando se acerca al supuesto puerto de La Habana,  se puede distinguir la base y parte de la columna del monumento a Colón.

Finalmente, otro lugar que aparece en la película es la plaza Reial, como si se tratase de La Habana. En esta secuencia vemos sentados, en un bar característico de la zona porticada de la plaza, a Michael Constantine, en el papel de responsable de la compañía naviera y a Ben Gazzara, como director de la administración norteamericana para asuntos judíos en Europa, con las palmeras y el gentío de fondo.

En definitiva, una película que vale la pena recuperar o ver por primera vez, ya que nos traslada a momentos trágicos y olvidados de la Segunda Guerra Mundial, además de presentar la ciudad de Barcelona como un magnífico y polivalente escenario natural.

Eugeni Osácar, profesor titular del Campus de Turisme, Hosteleria i Gastronomia CETT-UB. Doctor en Didáctica de las Ciencias Sociales y del Patrimonio por la Universitat de Barcelona, es experto en turismo cultural y turismo cinematográfico. Entre sus múltiples publicaciones destaca el libro “Barcelona, una ciudad de película” (2018). Se trata de una nueva edición revisada y ampliada, con cinco nuevos capítulos.