La Rambla ha jugado un papel importantísimo a la hora de explicar la historia de Gaudí y Barcelona.

Gaudí y Barcelona son dos conceptos que no pueden entenderse por separado. Si buscas la capital catalana en Google, lo primero que aparecerá son imágenes del Park Güell, la Sagrada Familia y la casa Batlló. El arquitecto consiguió hace casi un siglo algo que muchas empresas codician a día de hoy: crear imagen de marca. Da igual en qué parte del mundo estés: una eme amarilla se relaciona con hamburguesas, una manzana mordida con Apple y la obra de Gaudí, con la capital catalana.

Esta relación entre Gaudí y Barcelona no habría sido posible si al artista no le hubieran dado una oportunidad. De hecho, cuando se graduó en la Escuela de Arquitectura de Barcelona lo hizo con un aprobado raspado. Sus primeros pasos los dio en La Rambla, una calle que siempre se ha relacionado con los grandes genios de la historia. Si quieres descubrir cuáles son sus principales obras , tienes que empezar desde esta calle. Comienza la ruta.

1. Farolas Plaza Real

Fueron uno de los primeros encargos que recibió Gaudí tras terminar los estudios. En 1879 el Ayuntamiento de Barcelona le eligió a él para diseñar las farolas de la Plaza Real y Pla del Pau. Hoy son dos lugares imprescindibles para entender sus comienzos. Hechas con hierro de forjado y bronce, en ellas se representa el casco alado de Mercurio-dios romano del comercio-y dos serpientes enroscadas. Su nombre empezó a hacerse conocido pero antes de convertirse en la leyenda que es ahora, necesitaba un pequeño empujoncito y, por supuesto, un mecenas.

farolas de la plaza real
Farolas de la Plaza Real.

 

2. Casa Vicens

Inaugurada en 1888, fue la primera gran obra del padre del modernismo catalán. Manuel Vicens i Montaner, corredor de cambio y bolsa, le confió la construcción de su residencia de verano en la Villa de Gràcia. Gaudí atravesaba su primera etapa artística, la orientalista (18883-1888). Por eso, incluyó en el edificio referencia al Próximo y Lejano Oriente (India, Persia, Japón) y al arte mudéjar y nazarí. En 2005 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Sin embargo,  no ha abierto sus puertas al público como museo hasta 2017.

Fuente: Casa Vicens.

 

3. Palau Güell

Durante la Exposición Universal de París de 1878 Antoni Gaudí entró en contacto con Eusebi Güell, industrial catalán que quedó tan prendado de estilo que terminaría convirtiéndose en su mecenas. Este le encomendó la construcción de un palacio urbano para ampliar la casa que él tenía en La Rambla. En sus chimeneas utilizó la técnica que le convertiría en uno de los arquitectos más importantes del siglo XX: el trencadís. La obra terminó en 1899 y fue la primera estación de un camino que le llevaría al éxito.

Museos de Barcelona.
Entrada del Palau Güell.

 

4. Casa Batlló

Se construyó entre 1904 y 1906 y pertenece a su etapa naturalista (principios del siglo XX), en la que aprendió a inspirarse en las formas orgánicas de la naturaleza para dar vida a edificios enteros. Utilizó el interior y exterior de la Casa Batlló para contar la leyenda de Sant Jordi. Si te fijas, tanto la fachada como los balcones o el tejado tiene forma de dragón. 

barcelona y gaudi
Fuente: Casa Batlló
5. Pedrera

A pocos pasos de la Casa Batlló está la Casa Milá o La Pedrera. Construida entre 1906 y 1910, fue la obra que unió los destinos de Barcelona y Gaudí. Fue un encargo de Pere Milà i Camps, empresario catalán que quería un edificio de grandes dimensiones para establecer su residencia principal y alquilar. La construcción de la Pedrera causó polémica entre la familia Milá y el arquitecto. De hecho, no se ponían de acuerdo con la decoración del interior. También hubo problemas entre estos y el Ayuntamiento, ya que ocupaba más de lo permitido. Cuando se inauguró, tampoco convenció a la sociedad de la época. Aun así, Dalí fue una de las primeras personas en defender la obra del arquitecto. Hoy, es un ejemplo de su plenitud artística.

Fuente: La Pedrera

 

6. Cripta Gaudí

El propio Gaudí llegó a describirla como “una maqueta monumental de la Sagrada Familia”, pues fue el laboratorio de pruebas en el que experimentó de cara a su gran obra maestra. Se construyó entre 1898 y 1914 como parte de la Colonia Güell (Santa Coloma de Cervelló), un encargo de Eusebi Güell con el fin de crear una colonia industrial para los trabajadores de su fábrica. A diferencia de los industriales de la época, procuró un espacio que satisfaciera las inquietudes religiosas y culturales de sus habitantes. Un ejemplo atípico de arquitectura que, sin embargo, es considerado el secreto mejor guardado del artista.

gaudi y barcelona
Cripta Gaudí en la Colonia Güell

 

7. Sagrada Familia

A la hora de hablar de la obra culmen del arquitecto, es muy difícil saber por dónde empezar. Podría decirse que es la Torre Eiffel de Barcelona: si un día desapareciera, nada volvería a ser lo mismo. Las obras empezaron en 1882 y se espera que concluyan en 2026, cien años después de la muerte de Gaudí. Este sabía que no iba a vivir para verla terminada, por lo que planteó que cada parte de la basílica se construyese de forma independiente para plasmar los estilos arquitectónicos de las distintas generaciones. Su interior está construido a imagen y semejanza de las formas y líneas de la naturaleza, algo que se refleja tanto en las columnas como las increíbles vidrieras que la iluminan. A Gaudí le encantaba crear edificios que contasen historias y la Sagrada Familia no es la excepción.

Su exterior es una completa representación del Nuevo Testamento, con la clásica escena de la natividad, cuatro torres encarnando a los evangelistas o Jesús en la Cruz. Algunas teorías apuntan que el genio dejó pistas de su relación con la masonería, aunque él ya se adelantó a esas teorías declarando que «Todo el mundo encuentra sus cosas en el templo: los campesinos ven gallinas y gallos; los científicos, los signos del Zodíaco; los teólogos, la genealogía de Jesús; pero la explicación, el raciocinio, sólo la saben los competentes y no se debe vulgarizar».

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