La «casa de los paraguas» se construyó en 1858 y es un ejemplo de la explosión modernista que vivió la Barcelona de la época.

El ritmo de La Rambla es tan ajetreado que es fácil estar más pendiente de esquivar personas que de disfrutarla. Es más, pasas por alto esos elementos que la hacen especial, edificios que siempre han estado ahí y delante de los cuáles has pasado cientos de veces pero nunca te has parado a admirar con detenimiento. La Casa Bruno Cuadros o Casa de los paraguas es uno de ellos.

El edificio destaca por su fachada. No es algo novedoso. Recuerda que estás en Barcelona, la ciudad donde la arquitectura está diseñada para sorprender. Data de 1858, mismo año en el que un comerciante llamado Bruno Cuadros i Vidal instaló su modesto negocio de paraguas, abanicos y mantones en la parte baja. Le fue bien. Tanto que, en 1883, compró los pisos superiores y encargó al arquitecto Josep Vilaseca i Casanoves que decorase todo el inmueble.

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La Casa de los paraguas en La Rambla.

 

Ejemplo de modernismo

En esos años el modernismo estaba en plena efervescencia. Barcelona se preparaba para uno de los eventos que le abrirían las puertas del mundo: la Exposición Universal de 1888. Vilaseca, que según dicen acababa de volver de un viaje a Japón cuando recibió el encargo, no dudó en dejar volar su inspiración oriental tanto el interior como el exterior del edificio. Decoró la fachada con paraguas abiertos, fanales y abanicos. También diseñó un dragón para que protegiera y custodiara el negocio. Se inauguró en 1883 y causó conmoción entre los barceloneses de la época, que la bautizaron como la ‘Casa de los paraguas’.

El dragón es, sin duda, el elemento que más llama la atención. Gustó tanto que sus compañeros lo copiaron o versionaron en sus creaciones. Así, hasta convertirlo en un símbolo del modernismo. Tanto gustó que se calcula que hay cerca de 400 dragones repartidos por Barcelona ¿Qué diría Khaleesi de todo esto?