El parque de atracciones Tibidabo se inauguró en 1901 y está entre los 40 más antiguos del mundo.
Para quien ha crecido en Barcelona el parque de atracciones Tibidabo es sinónimo de verano, sábados en familia y diversión. Es posible que suceda lo mismo en el caso de sus padres y abuelos. Si estás de visita o pretendes quedarte una temporada, es obligatorio que pases un dÃa entero en este emblemático lugar (si vas con Atrápalo, además, te sale por menos de 11€). Agárrate fuerte, porque su historia, como buena montaña rusa, está plagada de subidas, bajadas en picado y alguna que otra sorpresa.
No es baladà que este parque de atracciones esté entre los cuarenta más antiguos del mundo. Sus orÃgenes se remontan a 1899, cuando el acaudalado farmacéutico y promotor inmobiliario Salvador Andreu propone un proyecto de urbanización de la montaña del Tibidabo. Este incluÃa el funicular, el Tramvia Blau y el recinto que conocemos hoy. Barcelona se encontraba en una época de expansión económica. TenÃa que reafirmar el poderÃo que habÃa demostrado en la Exposición Universal de 1888 y una de las formas de igualarse a capitales europeas como Copenhague o Viena era tener su propio parque de atracciones.
Inauguración
AsÃ, el 29 de octubre de 1901 el parque de atracciones Tibidabo abrió las puertas al público. Lo hizo con entretenimientos que en aquella época resultaban de lo más curiosos y sorprendentes: telescopios, prismáticos, columpios, un campo de tiro, espejos, autómatas y una estación de palomas mensajeras, etc. Durante sus primeros años también funcionó como escenario de corales de Clavé,bandas militares, ascensos en globo y corales. También se intentó construir un casino, sin éxito. Para eso ya estaba el de la Rabassada a escasos kilómetros, un templo al lujo y el despilfarro que por cierto, también tenÃa su propia zona de atracciones. Hoy solo quedan ruinas y algunas leyendas de fantasmas.
En los años veinte y con motivo de la Exposición Internacional de 1929 aparecen dos de las atracciones más emblemáticas, la Atalaya y l’Avió, una réplica del que hizo el primer trayecto Madrid-Barcelona. Actualmente, lo están restaurando.
Al Tibidabo le surge competencia
Afortunadamente, el parque no sufrió daños considerables durante la Guerra Civil. No obstante, y pese a celebrar algunas verbenas de verano o renovar alguna atracción, no volvió a brillar hasta los sesenta. Precisamente en esa época le surgió un competidor en Montjuïc. Esa amenaza se aprovechó para inaugurar el Teleférico, los coches eléctricos, el Castillo Encantado o la montaña rusa, aún en pie. En esa época también se colgó el sobrenombre de «ParaÃso de los niños».
SeguÃa sin ser suficiente. Por eso, en los ochenta se puso las pilas para renovar sus atracciones y tumbar a Montjuïc (lo que ocurrirÃa en 1998 por la llegada de un tercero en discordia). De esta década son la Noria, el Museo de Autómatas (con la figura de La Moños), Diavolo, el barco Piratta o Aladino. También se empezó a cobrar entrada-hasta entonces, habÃa sido gratuito.
El tercero en discordia
En 1995 se inaugura Port Aventura y el fin de la hegemonÃa del parque de atracciones Tibidabo. A partir de ese momento y hasta hoy, se mueve en la delgada lÃnea que lo separa de su desaparición. Las numerosas inversiones, cambios de propietarios y el mismo mantenimiento de las atracciones son factores de inestabilidad.Por suerte, su relevancia a la hora de contar la historia de Barcelona ha permitido que tanto la Administración como barceloneses y particulares contribuyan fuertemente a su supervivencia. La montaña rusa sigue funcionando.