Barcelona es una de las doce ciudades que recientemente se han suscrito a la red internacional C40, que tiene el objetivo de alcanzar las cero emisiones de aquí a 2030.

Las grandes ciudades son conscientes del importante papel que juegan en el cambio climático y por eso, han unido sus fuerzas para reducir drásticamente la emisión de gases con efecto invernadero y aumentar la eficiencia energética. Barcelona ha ratificado ese compromiso uniéndose a C40, un grupo de metrópolis que, basándose en los objetivos del Acuerdo de París, luchan para liberar sus calles de energías fósiles e incrementar la compra de autobuses limpios en 2025.

Barcelona lo tiene claro: no hay tiempo que perder. La alcaldesa Ada Colau se muestra contundente con este tema: «Tenemos estados que muchas veces compiten entre ellos, que hacen declaraciones pero tardan demasiado en llevarlas a la práctica. Y las ciudades vemos cómo los niveles de contaminación siguen aumentando y eso perjudica a la salud de nuestros ciudadanos«. Su respuesta a la contaminación pasa por aumentar las zonas peatonales,triplicar los carriles bicis, aumentar los espacios verdes o fomentar el transporte público y compartido.

Barcelona no es la única urbe que ha fichado recientemente por el C40. París, Copenhague, Quito, Vancouver, Ciudad de México y Los Ángeles también son conscientes de que es más rápido combatir a la contaminación desde los ayuntamientos que desde los estados. Ahora solo toca esperar a que las promesas se cumplan. Quién sabe, quizá en doce años La Rambla y otras calles de Barcelona se conviertan en ejemplo ecofriendly a seguir.