Sus más de 250 figuras reproducen escenas de los hechos más importantes de nuestra historia.

El Museo de cera de Barcelona lo tiene todo para para aparecer en la próxima película de Sherlock Holmes: un edificio del siglo XIX, personajes que ponen los pelos de punta y la constante sensación en el visitante de que algo va a pasar. Adentrarse en sus salas es viajar en el tiempo para ser testigo de los acontecimientos más relevantes de nuestra historia… protagonizados por actores y actrices de Hollywood. Fusionar historia y cine ha sido su objetivo durante sus más de cuarenta años de existencia y parece que seguirá por esa senda durante bastante tiempo.

Se asienta en un antiguo palacete de 1867 que fue ocupado por el Banco de Comercio y el  Banco de Crédito & Docks, donde las clases altas barcelonesas depositaban sus bienes más preciados. De ahí que la dirección sea el número 7 del Passatge de la Banca, a la izquierda de La Rambla. Es este edificio de estilo neoclásico destaca una amplia plaza octogonal, única en la capital catalana, y el hecho de que, pese a que algunas salas han sido ambientadas, otras se mantienen intactas.

Dicen que en un día nublado de mediados de los setenta, el reputado arquitecto y escenógrafo de cine español Enrique Alarcón se enamoró tanto del pasaje y el edificio. Tendía a encapricharse de aquellos sitios que le transmitieran una sensación mágica y misteriosa y aquel lugar, lo era.  Le recordaba a las antiguas películas inglesas en las que los crímenes ocurrían en museos de cera, como House of Wax (1953). Diseñó cada sala como si fuera el guión de una película y dejó claro que los personajes debían colocarse para contar una historia, no de forma aleatoria. Es el caso, por ejemplo, de la antigua cámara acorazada del banco-que está intacta- en la que Bonnie y Clyde protagonizan un atraco.

Salas de cine

El Museo de cera de Barcelona se inauguró el 23 de febrero de 1973 y ciertamente, no es un lugar en el que relajarse. Te mantiene en tensión, como una buena una novela de suspense. Pasear bajo la atenta mirada de sus más de 250 figuras da escalofríos. Estas son desde personajes históricos como Dalí, Ana Bolena o Cristóbal Colón hasta fantásticos, como E.T. o Leia (que por cierto, da un poco de mal rollo). Ah, cada pieza cuesta alrededor de 25.000 euros y a veces viste con la ropa del original, como el vestido de María Guerrero.

La visita tiene una hora de duración (aquí puedes comprar la entrada) y cada sábado, el museo da la opción de que esta sea por la noche. Además de disfrutar de estos personajes que nunca envejecen no está de más tomarse una copa “mágica” en el Bosc des Fades, un bar de cuento hadas donde lo más normal que puede pasarte es encontrarte un elfo entre los hielos del gin-tonic o el Passatge del temps, una de las tiendas más curiosas que puede uno encontrarse en La Rambla.