La historia de la cerveza Moritz empieza en 1851 con la llegada de un francés de origen alsaciano a Barcelona.

Hoy la lección no va de memorizar fechas, nombres y textos más largos que un libro de Stephen King. Toca hablar de cerveza, concretamente, de la más antigua de Barcelona.

Louis Moritz Trautman llegó a Barcelona en 1851. Era un francés de origen alsaciano y posiblemente llegase a la capital catalana huyendo de los conflictos políticos y sociales de su país. Mientras que en Francia un Golpe de Estado imponía un Segundo Imperio en manos de Napoleón III (sobrino del bajito más célebre de la historia), Barcelona vivía un florecimiento económico y cultural importante. Con la Revolución Industrial llegaban los primeros turistas y a nivel artístico despuntaban el modernismo y la Renaixença. Moritz vio la oportunidad de producir su propia cerveza en el barrio del Raval. Tuvo éxito y en 1864 inauguraba  la fábrica en Ronda de Sant Antoni.

 

Moritz y Estrella Damm

La competencia llegó unos años más tarde de la mano de otros dos alsacianos que huían de la guerra austro-húngara: August Kuentzmann Damm y su esposa Melaine. En 1876 empezaron a distribuir la Estrella Damm. Así, daba inicio una batalla que enfrentaría a Barcelona entre afines a la Damm y a la Moritz. Lucha que aún hoy es motivo de risas y piques entre colegas.

La cerveza Moritz y la ciudad de Barcelona tienen una cosa en común: triunfaron en la Exposición Universal de 1888. La Moriz recibió la Medalla de Oro en dicha exposición por la calidad de su producto, convirtiéndose en la cerveza de Barcelona por excelencia. Incluso la fábrica llegó a ser la sede social del FC Barcelona a principios de siglo. La élite cultural solía reunirse en el bar Velódromo para tomarse una Moritz. En aquel momento, quien quería una buena cerveza, sabía que era el lugar perfecto para encontrarla.

cerveza Moritz
La antigua fábrica Moritz ahora es un bar de moda de Sant Antoni.

 

En 1920 muere Louis Moritz Trautman pero el negocio, lejos de desaparecer, se dispara. Se funda la Fábrica de Cervezas Moritz S.A. En 1930 alcanza récords de producción y ventas, hasta controlar el 34% del mercado catalán. La fortuna siguió sonriendo hasta el estallido de la Guerra Civil, momento en el que la fábrica se colectiviza. Tras el conflicto, los dueños de Moritz retomarían la actividad.

 

«La cerveza de Barcelona»

En 1978 la crisis del petróleo provoca que varios accionistas retiren su participación. Así, Moritz desaparece y su competidora, Estrella Damm, aprovecha el filón con campañas de publicidad potente. Barcelona se había quedado sin uno de sus emblemas. La cerveza no calmó la sed de la juventud de la Transición ni de la Barcelona pre olímpica. Había quedado relegada al baúl de los recuerdos.

Entonces, en 2004, Moritz vuelve. Se relanza como “la cerveza de Barcelona”. Participa en varios patrocinios de eventos y se vincula a la conservación del patrimonio de Barcelona. Hoy, nadie duda de que esta cerveza es tan local como la butifarra esparracada.