No hay nada más relajante que quedarse hipnotizado/a viendo el atardecer en Barcelona. Aquà van a unos cuantos sitios para terminar el dÃa de una forma mágica.
La hora del atardecer en Barcelona es uno de los momentos más mágicos del dÃa. Da igual que estés haciendo la compra o paseando por La Rambla; cuando el cielo se tiñe de dorado y púrpura, es imposible no pararse a admirarlo. Sin embargo, hay ciertos lugares donde la imagen de la puesta de sol se convierte en toda una obra de arte de la naturaleza. Estos son algunos de ellos ¿Nos falta alguno?
Monumento a Colón
Situado al final de La Rambla, es uno de los miradores más populares para ver el atardecer en Barcelona. Es un espacio pequeñito al que se accede por uno de los ascensores más antiguos de la ciudad. Ofrece una panorámica preciosa de Montjuïc, la Barceloneta y, por supuesto, el paseo barcelonés.

Centro Comercial Las Arenas
La antigua plaza de toros es hoy uno de los miradores más conocidos de Barcelona. Justo en su parte más alta hay un restaurante, La Botiga, que ofrece unas vistas increÃbles de la ciudad y tiene precios muy económicos.

Port Vell
Frente al Monumento a Colón se encuentra la zona más antigua del Puerto de Barcelona , el Port Vell. Es una zona perfecta para pasear con esa persona especial, sentarse en el muelle a ver los barcos y, de paso, quedarte embobado/a viendo cómo el cielo cambia de color.

Museu Nacional d’Art de Catalunya
La terraza del Museo Nacional d’Art de Catalunya siempre está llena. Esto es porque ofrece una vista preciosa del Tibidabo, la Font Mà gica y la imponente Plaza de Espanya, la segunda más grande del paÃs. Puedes llegar a esta popular zona cogiendo la LÃnea 3 de metro en Liceu o Catalunya.

Anillo OlÃmpico de Montjuïc
Se construyó cuando Barcelona se puso guapa con motivo de los Juegos OlÃmpicos de 1992. Aún guarda la fuerza y emoción de ese momento histórico para la capital catalana. Más de dos décadas después, impone el mismo respeto que el encendido de la llama o el poder de Peret. Por ese motivo, ver la puesta de sol desde aquà es rememorar también esos momentos históricos.

La Barceloneta
SÃ, lo sabemos: la Barceloneta no es el sitio más tranquilo del mundo. Pero si la foto del atardecer con el mar y el Hotel Vela de fondo es la más reproducida, por algo será. Aprovecha que en invierno está más vacÃa para perderte por la playa, admirar los enormes castillos de arena que construyen y, si eres valiente, pedirte un helado.

Park Güell
La icónica relación entre Eusebi Güell y Gaudà empezó en La Rambla, cuando el industrial le encargó la construcción del Palau Güell. Quedó tan impresionado que no tardarÃan en llegar la Colonia Güell, la Finca Güell y, por supuesto, el parque más famoso de Barcelona. Lo tÃpico es acomodarte en el gran banco con forma de serpiente que diseñó el arquitecto y ver el atardecer. El sol apagando las casitas a lo Hansel y Gretel que hay en la entrada es un espectáculo único.

Teleférico de Barcelona
Inaugurado en 1931, comunica La Barceloneta con la Montaña de Montjuïc. Un medio de transporte histórico que ofrece unas vistas magnÃficas sobre la ciudad.

Bunkers del Carmel
Esta zona se puso de moda hace tres años como uno de los sitios imprescindibles para ver el atardecer en Barcelona. No es para menos. Su verdadero nombre es mirador de Turó de La Rovira pero se conoce por búnkers del Carmel por el barrio en el que se ubican las ruinas de los cañones y baterÃas antiéreas que se usaron durante la Guerra Civil. Recorrer estos restos es rememorar uno de los episodios más tristes de la historia de Barcelona. De hecho, la panorámica de la ciudad es tan completa que se entiende por qué se usó este punto para protegerse del enemigo.

Parque de atracciones del Tibidabo
Es uno de los parques de atracciones más antiguos del mundo y, sin duda, uno de los lugares más queridos por la gente de Barcelona. Al menos tres generaciones se han divertido en la Atalaya, la emblemática avioneta roja o la noria. Es precisamente desde ahà donde puedes observar unas vistas alucinantes del skyline barcelonés.

Imagen de portada: Marriott Traveler